El primer disco de Ortiga se tituló ‘Chicho y sus chichas’ (Ernie Records, 2019) y puso a este artista en el circuito de festivales, con sus secuenciadores, sus pedales, su guitarra heavy y su riñonera. Porque Chicho sigue una ética proletaria de trabajador de base: el público se gana día a día, allá donde esté, con humildad y menú de churrasco. Con independencia de sonidos o patrones, Chicho es un buen chaval que mantiene su esencia y cumple el programa: aquí se viene a menear el bullarengue y sonreír. En sus canciones habla de enamorarse y desenamorarse, de hacer la cucharita y de todas esas cosas que a los demás nos preocupan casi tanto como el dinero. Si te encontrases con Chicho, con su chándal, su retranca y sus ojos de fumeta, sé amable y salúdalo.